sábado, 8 de marzo de 2008

FELICIDAD Y RELACIONES HUMANAS. IX

Nada es tan feliz en la vida de los humanos como disfrutar de buenas relaciones con las otras personas, ya sean familiares o no. Vamos a reflexionar sobre esta realidad tan importante para vivir con felicidad. Examinamos las relaciones familiares y las más amplias, con las otras personas.

Relaciones familiares.
No es posible que seas feliz y tengas malas relaciones con tu familia. Existen dos posibilidades, que tu familia tenga buenas relaciones contigo, y que tú tengas buenas relaciones con ella. Supongo que reconozcas que los alimentos que te nutren son los que tú ingieres y no los que ingieren tus familiares. Lo que contribuye a tu felicidad es la relación positiva que tú estableces con tus familiares, especialmente con aquellos con los cuales convives. La relación que ellos tengan contigo ni te da ni quita. Ellos no pueden hacer nada para que tú seas feliz. Sí, así como suena: ni la esposa puede hacer nada para la felicidad del esposo, ni al revés. Los padres no pueden hacer nada para la felicidad de los hijos, ni ellos por la de los padres, ni los hermanos unos por otros. Nadie puede hacer feliz a nadie por la sencilla razón de que cana uno es su propia felicidad. Punto. Si por tus propios medios y recursos tú te conviertes en una persona feliz, estás lleno o llena de paz, de alegría, de amor, de tolerancia, de simpatía, de perdón, de dulzura, o lo que es lo mismo, de una alta educación formal, obviamente será cómodo vivir contigo, incluso será deseable vivir contigo; pero si el otro pariente está triste, o rabioso, o lleno de miedo, no puede ser feliz ni contigo ni con nadie. Es como si unes una manzana sana a otra podrida, al final las dos estarán podridas.
Para tener buenas relaciones con los familiares hay que tomar una suficiente distancia, aunque se duerma en la misma cama. Primera distancia; nadie tiene que darte nada que no sea estrictamente tuyo. No reclames nada que no sea estrictamente tuyo. Ni buen trato, ni aprecio, ni cosa alguna así. No lo necesitas para nada. Tu relación se hace feliz cuando tú ofreces buen trato, aprecio, acogida, dulzura, hacia los demás. Dar es lo que hace feliz la relación con los demás.
Nadie puede negar con razón que recibe como paga a su generosidad malos tratos de los familiares. Aquí es necesaria una segunda distancia: tú no esperas nada a cambio de tu comportamiento positivo. Si lo haces, entonces no estás dando, sino negociando, y eso es una especie de chantaje. Nunca resulta. Es muy frecuente, tanto como las malas relaciones familiares.
Una tercera distancia, muy necesaria, es la que se expresa así: tú no estás en el mundo para complacer a nadie, nadie está en el mundo para complacerte a ti. Si esta distancia te parece demasiada, inhumana, cuando te convenzas de ello y lo aceptes, comprobarás que estás muy cerca de todos los demás. Todo lo que haces es meramente para complacerte a ti, porque a ti te encanta complacer. Si haces algo a alguien porque a ti te complace, él no te debe nada. Entonces ocurre un milagro increíble, él se siente libre frente a ti y desde su libertad te ama con toda alegría. Lo complejo de las relaciones familiares es su cercanía a la dominación, a la manipulación, al chantaje.
Reconocer la absoluta soberanía del otro, esposo, esposa, padres, hijos, es la base absolutamente necesaria para una buena relación familiar. Si lo deseas, lo puedes llamar respeto. Tú eres sagrado. El otro es sagrado. Sin este reconocimiento la relación no puede ser feliz. Lo que tú piensas, quieres, sientes, dices y haces, es sagrado para mí. Cuando tú imaginas esto, quizá venga a tu mente la necesidad de guiar, proteger, acompañar, ayudar a tu pariente, como una exigencia moral. Si no es una tapadera del deseo de dominar, puede valer. Lo que sucede es que no puedes guiar, proteger, acompañar, ni ayudar a nadie, si él no quiere ser guiado, protegido, enseñado y ayudado.
Ese encuentro puede suceder cuando la relación familiar se convierte en honda amistad, en total gratuidad. No te debo, no me debes. Pero nos sentimos felices de compartir esta hermosa tarea que es vivir en familia. ¿Es la amistad más que la familia? Sin la amistad, los parientes pueden ser tan enemigos que se maten unos a otros.
¿Quieres tener relaciones felices con tu familia? Es fácil: conviértelas en amistad.

3 comentarios:

mj dijo...

Estoy totalmente de acuerdo. Es más, durante está Cuaresma me he estado planteando algunas cuestiones sobre mi forma de ser. Y he conseguido aprender muchas cosas. Pero la lectura de esta entrada tuya, me reafirma en lo que siempre he pensado sobre la familia y la amistad. Creo que como bien dices nadie puede hacer feliz a nadie por que cada uno es su propia felicidad. Solo nosotros somos responsables de nosotros mismos. Me quedo con esto: Tú eres sagrado, yo soy sagrada, todos somos sagrados...
Gracias una vez más
Jose

maldetective dijo...

Hola, yo creo que la felicidad es un estado más prolongado que un momento, más bien un periodo en el que uno está a gusto consigo mismo y en paz con lo que le rodea, como dijo Tolstoi, querer lo que se hace y no solo hacer lo que se quiere(Por cierto, que aquí hablan de algunos aspectos de la felicidad bastante curiosos). Saludos.

DE LA MANO DE TERESA DE JESUS dijo...

Gracias por una entrega mas. Que Dios lo bendiga, y renueve su vida resucitando con una fuerza nueva en su corazon.

Felices Pascuas